Internet no es el Futuro; es ahora. Una afirmación que nos sitúa en una realidad en la que seguimos llamando «nuevas tecnologías» a algo que lleva más de 30 años implantado, en un proceso que ha terminado por permear todas las capas de nuestra sociedad, la empresa, las formas de comunicarse, el propio concepto de educación y acceso a la información.
Tras la denominada sociedad de la información hay un proceso acelerado que nos conduce a una actualidad donde la tecnología interconectada es rutina dentro de las sociedades desarrolladas. Ya no se trata de un ordenador enlazado mediante una conexión telefónica analógica, condicionado por una infraestructura no creada con ese fin, ahora existe una conexión permanente y prácticamente ubicua que llega a la práctica totalidad de la población. Hablamos de una serie de servicios, como la mensajería móvil, más extendida ya que el propio servicio de telefonía fija convencional, de una información siempre disponible, de una realidad retransmitida en directo, inmediata y en buena medida opinable.
En un contexto en el que son muchos los puntos de vista, las líneas de trabajo, tratar de desentrañar la imagen prismática de esta complejidad, es una tarea prioritaria. Hemos recurrido a la imagen de una figura papirofléxica para poder explicar esta visión. La multiplicidad de «pliegues» que como una de estas figuras nos reporta la investigación, sobre cómo se ha configurado la realidad actual en el terreno de la sociedad de la información y las redes, se asemeja a tratar de conocer cómo está hecho esa figura «origami» desplegando en un plano todos y cada uno de los pliegues que conforman dicha «complejidad». La dificultad no es excusa para que podamos hacer una aproximación de cuáles son los elementos fundamentales que han condicionado la evolución hasta el momento actual. Hasta el momento, se han producido varias aproximaciones desde diversas ópticas acerca de cómo hemos llegado a esta red que tenemos hoy en día. Trabajos como el de Matterlart o el de Castells, son referencia en cuanto a la descripción pormenorizada de los elementos destacados de nuestro tiempo en relación con la sociedad de la información. Nuestra idea, es la de realizar una prospección desde el plano histórico de una realidad que forma parte de nuestro ahora, pero sin dejar de lado los aspectos técnicos, aunque sea de forma descriptiva. Trataremos de sacar provecho de la trayectoria profesional del que escribe para poder aunar esta diversidad de aspectos y presentar una obra accesible pero con una narrativa que no omita ninguno de los aspectos principales que debe reflejar esta investigación. En esencia, haremos un sumario crítico del estado de la materia estudiada, algo tan reciente que forma parte de nuestro «ahora», pero que no por ello deja de estar sujeto a procesos históricos que podemos analizar, enumerar y criticar.
A lo largo del presente trabajo, hemos realizado un esfuerzo de contención para no excedernos en determinados puntos que por sí solos son terreno de amplio estudio, dado que la idea de éste es la de plantear una perspectiva de conjunto sobre un contexto en el que no existen este tipo de síntesis. Con esa misma idea, hemos titulado esta obra como pléctica, en alusión a la idea del científico Murray Gell-Mann, que trata de aunar el estudio de la complejidad en un plano simplificable.
Cuando explicamos qué es la sociedad de la información, cómo se ha formado Internet y todos sus servicios siempre se acuden a mitos e imágenes que por reutilizadas hasta la saciedad no dejan de ser recurrentes. Existen tres casos sobre los que deberíamos tratar cuanto antes para definir el perfil de nuestro trabajo: Cuando se habla de la «aldea global» y se parafrasea la idea de McLuhan, se apunta a una concepción positivista y cándida de lo que es Internet hoy en día. Para ser realistas, la descripción de la red mundial de nuestros días se parece más al Chicago de los años 20′, en diferentes niveles (con una visión no maniquea del asunto) en la que grandes empresas, cibercriminales y estados se disputan un espacio en el que las libertades individuales son las principales perjudicadas. Otra imagen manoseada hasta la saciedad es la del «mito fundacional», el «emprendedor de garaje». Si bien es cierto que muchos de los grandes éxitos de la red parten de unos orígenes modestos, y la «mitología del emprendedor» ha sabido abundar en el tema, la mayor parte de estos grandes éxitos también han partido de orígenes no del todo ejemplares, con no pocos «encuentros» con la legalidad correspondiente y desde luego con una ética pendiente de revisión. Por último, existe cierta tendencia a pensar que, una vez establecida la red, esta cuenta con unos parámetros fiables, completamente estabilizados y seguros. Nada más alejado de la realidad. Al igual que Richard Dawwkins explica cómo se organiza la evolución biológica (ya que vamos a utilizar imágenes) y nos detalla cómo el ojo humano es un agregado evolutivo, funcional pero chapucero, si hubiese sido diseñado realmente desde origen (solo hay que ver la posición del nervio óptico), Internet se ha formado mediante el mismo esquema de evolución; a partir de añadidos funcionales agregados desde diversos (a veces incluso contrapuestos) orígenes. Como vemos, todas estas ideas sobre la red y su funcionamiento pueden ser explicadas desde la óptica del conflicto, sobre la que queremos prestar especial atención en nuestro trabajo. Precisamente ésa será la tesis principal, por encima de ciertas explicaciones ya suficientemente documentadas para ser reproducidas, la del encuentro entre diversas ideas sobre la red y cómo cada una de estas se abre camino en la configuración de su estado actual. Una visión dinámica que encajaría en cierta medida en el análisis de la dialéctica clásica (contraponiendo tesis) aunque con muchos elementos en liza.
Como veremos, Internet es también cada vez más un entorno hostil sobre el que hay que tomar conciencia. La divulgación de herramientas de seguridad y el conocimiento público de errores y vulnerabilidades ha sido una norma entre la comunidad hacker. Esta publicidad, ha permitido que fallos de seguridad tenga un itinerario más breve y por tanto ha ayudado a mejorar los sistemas en general. Sin embargo, el paso a un modelo de negocio de muchos elementos de seguridad ha tenido una deriva perjudicial por una parte en el cibercrimen y por otra en la prestación de servicios a gobiernos y empresas con dudoso fondo ético y un gran secretismo. La restricción a la publicación de ciertas herramientas, con legislaciones como la alemana que prohíbe expresamente la tenencia de ciertos aplicativos (como el caso del famoso Nmap o el escaneo de puertos en general) e incluso la divulgación de su uso, por ejemplo mediante guías en la red, no hace más que propiciar la constitución de una red soterrada de información y la posesión de esta por parte de grupos restringidos. Así en lugar de propiciar el conocimiento y resolución transparente y pública de problemas de seguridad, se permite que grupos y entidades puedan explotarlos en beneficio propio, con finalidades mayoritariamente de espionaje o delictivas.
Con esta propuesta, pretendemos hacer una introducción a las complejidades y los diversos desarrollos concretos que se han sucedido a lo largo de los tiempos más recientes, en los aspectos sociales y económicos desde la perspectiva de las nuevas tecnologías y la organización de la red de redes, para llegar a concluir cómo la sociedad en la que vivimos en el presente no solo es una sociedad en transformación, sino que difiere sustancialmente de la que hemos conocido antes de este periodo entresiglos, de forma cada vez más profunda y que, a pesar de la proximidad en el tiempo, ya podemos apuntar multitud de aspectos diferenciales en una perspectiva bastante precisa. Desde que Francis Fukuyama (cita casi obligada cuando se habla de crisis postmoderna) pretendiera el fin de la historia, hasta nuestros días se han sucedido suficientes acontecimientos diferenciales como para poder establecer un nuevo periodo diferenciado de esta. Nos encontramos con un periodo en el que no solo la sociedad actual ha cambiado de forma cada vez más acelerada, sino donde nuevos agentes y remozados elementos de otros más antiguos, han entrado de nuevo en juego para pasar a establecer las bases de un nuevo desarrollo social todavía en fase de rediseño.
En nuestro trabajo, pretendemos abarcar varios aspectos de esta complejidad sobre la que se teje el intrincado mundo actual, al menos desde el hito de la caída del muro hasta nuestros días. De este modo, rastrearemos los inicios de la denominada “sociedad de la información”, para ver bajo que parámetros se ha gestado y que intereses subyacentes le sirven de impulso real. Creer por ejemplo, que la red de Internet que conocemos actualmente se trata de una caótica confluencia de nodos, sin tener en cuenta factores como la red de escuchas Echelon de la NSA estadounidense, o el ámbito militar en el que surgiera, será dar una respuesta superficial a la luz de las posibilidades de libertad que se han dado en ella, al margen de cualquier control y, precisamente por ello, capaz de un potencial creativo impensable hasta el momento.
Sin lugar a dudas, cuando hablemos de implantación de nuevas tecnologías o de avances en las ciencias, sobre todo en lo relacionado con la formación y desarrollo de la «red de redes» o puedan ser verdaderos factores de cambio social, elementos acerca de los que más nos detengamos en nuestro estudio, no podremos dejar de visualizar la tensión ideológica subyacente en todos estos campos; la forma en la que la propia estructura social y los diferentes agentes, que han confluido en la creación y desarrollo de Internet y las nuevas tecnologías en general, han tratado de marcar con su impronta estos elementos y cómo hemos tenido la suerte, en muchos casos, de que no hayan sido los presupuestos de control y de beneficio económico los que se hayan impuesto completamente. En los terrenos de la informática se está dando una auténtica batalla entre ideologías totalmente contrapuestas. La concepción del Software Libre, teorizada por Richard Stallman, bajo la denominación de GNU, entra en conflicto directo con los intereses comerciales de grandes compañías. Precisamente, será esa lucha entre empresas que se pretenden propietarias de un material intelectual y los usuarios con conocimientos que ofrecen de una manera en gran medida altruista y colaborativa su trabajo, uno de los terrenos de muestra donde podemos ver cómo la sociedad postindustrial se adapta rápidamente a los cambios, cuando grandes corporaciones se convierten en adalides de una forma contrapuesta por principios a sus propias prácticas, por intereses confrontados a otras, con casos tan curiosos, conociendo su trayectoria, como el de IBM, adoptando Linux para encarar a Microsoft, como uno de los ejemplos más palpables. Por supuesto, el uso de la «legalidad» no deja de ser un instrumento más en esta disputa. Las tentativas de la UE de llevar adelante las patentes de software ha sido uno de los ejemplos más recientes de cómo se tratan de favorecer intereses particulares. Por contra, la adopción por parte del municipio de Colonia de software libre en todas las administraciones que gestiona, a lo que progresivamente de añadieron, con mayor o menos éxito, otras administraciones de diversos ámbitos en la UE y sobre todo en países con menos recursos, como es el caso de Brasil, nos demuestra como el interés general y la gestión en favor de la mayoría pueden darse también. El juego con la legalidad se ha utilizado también en campañas contra «la piratería», que ocultan los intereses y resistencias de unas compañías obcecadas en un modelo de producción cultural (en el que la cultura es un negocio totalmente dirigido) obsoleto, restrictivo y consciente de encontrarse en el final de una fase donde la propiedad física del soporte ha dejado de ser necesaria. Esta disputa, que contiene profundos tintes ideológicos, no deja de dar resultados curiosos, como por ejemplo, al rastrear la financiación de Microsoft, propietaria ahora de las cadena CBS-NBC en EEUU, a candidatos Republicanos y ver cómo estos luego acusan a los partidarios de sistemas operativos como Linux de comunistas y obstruyen nuevas tentativas de reabrir los casos de monopolio de esta.
De cualquier modo, en nuestro trabajo no solo pretenderemos tratar sobre la sociedad de la información y la tecnificación acelerada, sino que pondremos el acento en el cambio de paradigma, político, económico y social de estos últimos tiempos. A la crisis de la postmodernidad, en la que muchos de los principios, sobre todo de una izquierda que se pretendía alternativa al sistema capitalista, no le ha sucedido ningún nuevo modelo ideológico que suponga contrapunto a los valores dominantes. De hecho, hemos podido comprobar cómo se está sucediendo un paulatino escoramiento hacia valores conservadores, reconocidos por la denominación anglosajona como «Neocon«, que aúnan muchos aspectos de populismo conservador con la doctrina económica de liberalismo más extremo, en un proceso de pauperización del discurso político, tornado a espectáculo mediático, donde la convergencia ideológica tiende precisamente hacia un «pensamiento único», en palabras de Ramonet, en el que son escasos los márgenes para la diferencia, más simbólico-mediática que real . A la doctrina neoliberal entre los contrincantes de peso que se le conocen en el momento actual destacan los nacionalismos o el repunte de lo religioso, lo que significa el desastre de la alternativa. Resulta curioso, detenerse a analizar el papel de historiadores y filósofos en este aspecto en el que parece que no se han detenido tanto como se hiciera en otros momentos. En este sentido, el papel de científicos y divulgadores parece haber sustituido la influencia anterior de pensadores de otro tiempo. Es lo que G. Snow, definiera como la «tercera cultura», la confluencia de las culturas científicas y «de letras». Resulta curioso, por ejemplo cómo la respuesta más coherente al auge religioso en occidente la esté dando precisamente gente que provienen de campos ajenos, en principio, al fenómeno religioso. Así, al «Diseño Inteligente», idea con la que ciertas iglesias evangelistas de EEUU han tratado de remozar el concepto de «creacionismo» para darle un tinte de relativa solvencia, llevando su labor «evangelizadora», en la que no faltan los intentos de anular la enseñanza de la evolución en las escuelas, a todos los aspectos de la sociedad, los que mejor han sabido responder han sido un genetista, Richard Dawkins, y un neurólogo, Sam Harris, hasta llegar a convertirse en referentes en el plano filosófico para los que defienden la independencia de las ciencias y el raciocinio.
Debemos reconocer que este será un proyecto que requerirá de una forma de trabajo distinta a la clásica archivística de un historiador. Sin embargo, esto no quiere decir que no se pueda elaborar desde una perspectiva histórica, sino que emplearemos fuentes y métodos diferentes y diversos en cada uno de los campos que tratamos de abarcar. Considero que es un tema interesante, desde el ámbito del historiador, tanto por tratar de analizar cuestiones muy recientes como por explorar una temática distinta, en la que quizás, al plantear cuestiones menos ligadas al estudio tradicional de la historia, menos se haya entrado a pesar de tratarse de una de las bases principales para entender el mundo en el que vivimos actualmente y ser los condicionantes claves para interpretar la trayectoria que diversos gobiernos y empresas, cada vez más unívocos en sus respuesta, tratan de inducir en nuestra sociedad cada vez más global y por otro lado más excluyente.
Desplegando la complejidad.
Con gran acierto, Laurence Lessing afirma que hay tres elementos que regulan la red: Los mercados, la ley y el código. El Internet que hoy conocemos es el producto de una serie de equilibrios entre diversas tendencias que buscan definir con su acción el futuro desarrollo de la red. De este encuentro de tendencias se forma este Internet que tenemos en nuestros días, más preparado para ser persistente que seguro y fundamentado en el encuentro de los nodos que lo componen desde una multiplicidad difícil de homogeneizar. Una de las principales fuentes de este trabajo incide en esa lucha por imponerse, tanto desde el ámbito empresarial como desde el político, en proceso de convergencia. Convertir la red en un mercado de consumidores convenientemente dirigidos por estrategias comerciales y un poder capaz de malear las leyes a su favor es una de las líneas que apunta el presente trabajo. La resistencia a este formateo cultural, tanto expresada en el rechazo a leyes de patentes y derechos de autor, enfocadas hacia un interés que no es general, como en las nuevas formas de difusión cultural y creación alternativas plantean las primeras disyuntivas de nuestro trabajo.
El planteamiento del presente trabajo parte de una explicación necesaria del contexto para ir adentrándonos en el terreno de la confirmación de las hipótesis de trabajo que nos fijamos. Como podrá comprobarse la composición de esta obra no es simétrica. El peso principal y la mayor parte de la exposición de nuestras tesis recaen en los capítulos finales, especialmente en el bloque cuarto. La propia orientación del trabajo explica esta forma dado que los dos primeros capítulos son una obligada contextualización, en la que tanto sucesos históricos como ideas principales del trabajo son expuestos de forma concisa para fijar una panorámica general. A partir del tercer bloque, la materia debe concretarse y por tanto por encima de la «línea temporal» se impone la temática. También comenzamos a desgranar las conclusiones frente a la exposición de hechos. Todo el tercer y cuarto bloque están dedicados a legislación sobre los derechos de autor y patentes y cómo la propia red ha planteado alternativas a un sistema que pretendía persistir en un modelo de negocio obsoleto. Las alternativas, tanto comerciales, como de licencia libre así como los modos informales de acceso a unos contenidos de otro modo restringidos, ya sea en forma de bloqueo como mediante la imposibilidad económica son las principales ideas que se sugiere a lo largo de estos capítulos.
A lo largo del quinto bloque de la obra, exponemos con mayor claridad los hechos que componen las tesis principales de nuestro trabajo. En ellos, se pasa al núcleo principal de nuestras tesis, la visión de la red como un territorio de conflicto en el que delincuencia, gobiernos y empresas buscan captar la mayor cantidad posible de datos de la ciudadanía de diversas formas. Las grandes revelaciones del espionaje ciudadano, pero también la forma de organizarse las redes sociales y su orientación comercial, condicionan de manera radical la visión de la red de nuestros tiempos. El proceso de toma de conciencia de la realidad que conforma Internet se encuentra en pleno desarrollo. El cambio de una realidad compuesta desde la visión inducida de la web 2.0 y las grandes presentaciones comerciales imbuido todo de un consumismo positivista, hasta la crisis económica y los cambios posteriores al 11-S en lo que respecta a libertades ciudadanas es todavía un proceso actual que todavía no ha llegado a su máximo alcance. La madurez de cada vez mayores grupos de activistas y ciudadanos ha venido acompañado de una expansión y popularización del uso de la red entre grupos mayoritarios de la población mundial, especialmente en entornos económicos desarrollados.
En las conclusiones se expone que una sociedad incapaz de elevar el ejercicio de sus derechos permite con su inacción el avance de las medidas de quienes diseñan su estrategia conociendo perfectamente este hecho. También se apunta cómo mantener a la ciudadanía en un estado de vigilancia permanente por la eventualidad de un compartimento delictivo no es solo un atropello a las libertades sino una auténtica declaración de intenciones de quien tan solo lo sugiere. Las fuentes de los problemas de la sociedad actual no se resuelven mediante el espionaje ciudadano. El estado de madurez por venir puede significar retomar la soberanía individual y colectiva sobre nuestras vidas o una cesión al modelado social.
Resulta inevitable, incluso en un trabajo científico, una vez expuestos los elementos que conforma la cuestión analizada, no formarse una opinión y tomar opción, especialmente cuando se hace imposible la identidad con ciertos elementos de la disyuntiva. Así, tanto desde el compromiso como desde el conocimiento de la materia expuesta, la opción del que escribe siempre será la del partidario de la transparencia, de una visión basada en la opción democrática, la opción de la pastilla roja.